El futuro del trabajo

No todos estos cambios afectan a todos los trabajadores y profesiones por igual. Por ejemplo, conceptos como el teletrabajo es algo que no trasciende en sectores como logística, seguridad o la atención médica.

En los últimos años, el entorno laboral ha cambiado de la noche a la mañana. Cuestiones como la ciberseguridad o la flexibilidad que permite el teletrabajo hace que muchas empresas se replanteen las fórmulas que utilizan para incentivar la productividad en sus plantillas. Esto también ha hecho que nos adaptemos a estos nuevos parámetros para lograr encajar un equilibrio entre nuestra vida personal y nuestras obligaciones. A pesar de que este punto de inflexión no ha hecho más que empezar, no afecta a todas las profesiones por igual. Por ejemplo, conceptos como el teletrabajo es algo que no trasciende en sectores como logística, seguridad o la atención médica.

TELETRABAJO Y PRESENCIALIDAD

Nuestro espacio de trabajo se ha dividido en tres entornos principales: la oficina central, las delegaciones descentralizadas y una fórmula mixta entre ambos mundos basada en el teletrabajo. Lo más posible es que las empresas tengan que decantarse por un modelo u otro y comunicárselo a sus trabajadores, ya que el espacio físico en el que se acude a trabajar está cambiando. Según un estudio de KPMG, debido a la pandemia del coronavirus, el 69% de las grandes empresas esperaban una disminución general en la cantidad de espacio físico de oficina que emplean.

Esto ha hecho que los trabajadores trabajen en remoto con una mayor frecuencia que antes, hasta el punto que hay firmas en las que se ha eliminado la presencialidad por completo y únicamente requieren de un espacio presencial para atender a sus clientes. Según un informe de Loom, una popular plataforma de mensajería, el 90 % de los empleados que participaron en la encuesta están más satisfechos con la libertad que tienen ahora para trabajar desde casa.

REFUERZO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL 

Según predice el Foro Económico Mundial en un estudio, los procesos de automatización crearán un total de 97.000.000 de nuevos puestos de trabajo para el próximo año 2025. Esto hace que los roles de los trabajadores cambien para adaptarse a las funcionalidades que cubren estas nuevas tecnologías en desarrollo. La Inteligencia Artificial (IA) se caracteriza por ejecutar funciones repetitivas que previamente realizaba un empleado.

Aun así, siempre se necesitará la supervisión humana para controlar a estas máquinas y hay cuestiones que nunca podrán ser suplidas por una máquina de forma total. Esto pasa por la creatividad, imaginación, estrategias o desarrollo de la inteligencia emocional entre otros muchos. Sin embargo, en parámetros como la estadística o el análisis de datos los expertos se podrán beneficiar cada día más de la aplicación de las capacidades de esta tecnología.

SALUD MENTAL 

Con la pandemia ciertas dimensiones que afectan a la vida de los trabajadores han adquirido una gran relevancia. Las estrategias de salud mental y bienestar adquieren una importancia vital dentro de las empresas. Muchas firmas están tratando de asumir una mayor responsabilidad para ayudar a su plantilla a mantener el bienestar físico y mental a través de la flexibilidad. Es por lo que para este próximo 2022 grandes entidades asuman estos procesos como algo inherente a su trabajo del día a día.

OPTIMIZACIÓN DE LOS ROLES

A pesar de que la jerarquía es algo que siempre han caracterizado a las empresas, cada día las plantillas incorporan a trabajadores con un dominio y competencias bastante parecidas entre ellos. Estas «estructuras planas» tienen como objetivo impulsar las ventajas estratégicas por las que funciona la propia entidad. Centrándose en el perfil del trabajador y sus habilidades, muchas empresas toman decisiones de forma conjunta suponiendo todo un éxito. Al centrarse en las habilidades, las empresas abordan la toma de decisiones como una clave fundamental en su éxito.

SEGUIMIENTO Y ANÁLISIS DEL EMPLEADO

Existen empresas que se dedican de manera directa a ello. Sus servicios se centran en el rastreo de la actividad de los correos electrónicos de los empleados o el monitoreo de la productividad del trabajador; especialmente en entornos regidos por el teletrabajo. Además, algunos productos, analizan los movimientos físicos de las personas dentro de una oficina para rastrear la frecuencia en la que se tomaban los descansos para ir al baño o la cantidad de tiempo que pasaba la plantilla hablando. A pesar de la invasión de la privacidad que supone por parte de una empresa, juegan un papel fundamental la productividad.

Un buen liderazgo para nuestro rendimiento y nuestra propia salud.

El liderazgo es un talento muy especial: el talento para influir decisivamente en los demás a través de la credibilidad, de nuestra autenticidad. No estamos hablando de un rol, de ser jefe, sino de ganarnos la confianza y el compromiso de los demás, empezando por nuestro liderazgo interno.

¿Qué podemos hacer para gobernarnos mejor? Empecemos por interiorizar una serie de hábitos neuro-saludables, beneficiosos para nuestro cerebro. El cerebro humano es el órgano más fascinante del universo, el de mayor potencia. Sin embargo, también es el órgano más vulnerable. Más allá de lo heredado, el temperamento, tenemos una gran capacidad (si queremos) de aprender, de entrenarnos, de desarrollar nuevos hábitos.

Más concretamente, el liderazgo, desde la neurociencia, nos enseña que hay nueve hábitos o comportamientos repetidos que deberían configurar nuestra “segunda naturaleza”, en palabras de Aristóteles. Estas pautas se dividen en tres bloques:

A) HÁBITOS DE DIRECCIÓN:

Activar el propósito, el para qué, el sentido para inspirarnos personalmente e inspirar a los demás. “El liderazgo es la intersección entre visión y valentía”.

Elegir lo que pensamos. Los humanos corremos el riesgo de dispersarnos y de darle demasiadas vueltas a las cosas. Dejarlas para más adelante, la procrastinación, lleva a la ansiedad, por eso debemos elegir la idea que más nos conviene.

Visualizar lo que queremos conseguir, desde la imaginación, las expectativas, las profecías que queremos que se cumplan, y suelen hacerlo. Nuestro cerebro procesa más rápido las imágenes que las palabras. 

B) HÁBITOS DE CUIDADO:

Relajar la mente, que nunca está quieta, a través del mindfulness y el sueño reparador. El estrés negativo ataca al cerebro y lo destruye materialmente. La falta de sueño provoca fiebre y catarros a corto plazo y a largo mata, reduciendo drásticamente la esperanza de vida.

Alimentar bien el cerebro evitando los venenos blancos. La nutricionista australiana Catherine Itsiopoulos recomienda dieta mediterránea y equilibrio. Hay que tener cuidado con el azúcar (no debería alcanzar el 10% de la ingesta calórica, según la OMS), la sal, la harina y los lácteos.

Practicar el ejercicio adecuado. El ejercicio desarrolla el hipocampo, clave para la memoria y el aprendizaje. Debemos practicar al menos dos horas y media semanales de actividad moderada.

C) HÁBITOS DE DESARROLLO:

Conversar con personas tónicas y no tóxicas. La soledad mata y los seres tóxicos nos vampirizan. Una buena conversación nos mejora como personas y como líderes. 

Contagiarnos del optimismo inteligente. Como estilo explicativo de la realidad, el optimismo beneficia a nuestro cerebro y el pesimismo nos vuelve indefensos, lo que afecta al sistema inmune que nos defiende de los virus. 

Aprender continuamente desde la voluntad: lecturas frecuentes, curiosidad permanente, deseo de saber más y de forjar nuestro carácter. El liderazgo que no se aprecia se deprecia.

Más allá de conocer estos hábitos, que pueden parecer de sentido común, debemos reconocer nuestras fortalezas y oportunidades de mejora, para mantener aquellas y aprovechar estas. Si es acompañado de un coach, mejor. Practicar los hábitos neurosaludables nos dará más y mejor vida.